Comencemos una revolución en tu cama.

Bésame para no oírme, deja que mis palabras se ahogen en tu veneno.

En los celos hay más amor propio que amor.

Aquella noche de viernes, de millones de luces centelleantes, de atardeceres encerrados bajo llave en el baúl y de silencios interrumpidos por el sonido de unos tacones que nadie sabría callar. Aquella noche no intuyo, no vacilo, no dudo, supo que algo había cambiado. Aquella noche en la que la ciudad se teñía de lluvia y su cara de lagrimas se prometió no sufrir más, al menos no de esa forma. El dolor en el que se había encerrado era insoportable, no lo había elegido, era simplemente un precio que debía pagar por haber conocido la felicidad en estado puro. Ella había elegido que él le marcara, una marca que solo el más loco de los locos sabría comprender, que el más ciego de los ciegos podría descifrar en su mirada y que ni el más sincero de los besos podría borrar nunca.

       Tú justificas mi existencia: si no te conozco, no he vivido; 

        si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

Son instantes. Instantes que deberían vivirse en profundidad porque son inusuales. Y porque en ocasiones pueden concluir de repente sin que haya un auténtico motivo.

 - Entonces, ¿qué es lo que realmente esperas de mí?

          +Que cuando te mire, dentro de muchos años, me 
          sigas poniendo nerviosa.

Siente los colores, respira la música, 

            da un paseo entre palabras, sueña con poesía,

        regala luz a donde vayas, atrapa con solo una mirada,

                           enamora con una sonrisa.

¡No puedo evitarlo!

Llevo varias noches sin dormir tratando de encontrar las palabras adecuadas que te permitan comprender cuánto te quiero, hasta qué punto tu sonrisa, tu aliento, tus manos, tu voz, tus besos, cada uno de tus movimientos son la razón de mi vida. Me gustaría poder resistir, decir que no es así, hacer como si nada, pero no puedo. Lo siento, pero es así. 

No hay porque pisar el suelo, ni dormir para soñar.

¿Qué buscamos nosotras? Buscamos al chico guapo, al chico de la moto, el de los ojos bonitos, el de el cuerpazo que flipas, el que hace deporte, el que nos quiere, el que nos escribe cosas bonitas. Queremos al que nos hace sufrir, el que nos llama tontas, pero también el que nos llama princesa, al niño que todo lo tiene, al chico malo, al niño rico. Ni siquiera nosotras sabemos lo que queremos, pero siempre llega aquel que en cuanto lo ves, sabes que le has encontrado y que es con quién quieres hacer tu camino, porque entra en nuestra cabezita antes si quiera de que nos de tiempo de organizar nuestras ideas. Cuando le encontramos dejamos atrás cualquier prototipo que se nos haya planteado, porque le queremos al él, únicamente a él.

¿Vale realmente la pena perder la memoria?

Cuantas veces hemos deseado borrar un día, un instante, un momento, hasta un año de nuestras vidas, borrarlo todo y vaciar nuestra memoria. Cuantas veces no deseamos volver a ser niños, vivir todo de nuevo, recuperar lo que se fue o dejar que el tiempo ponga las cosas en su lugar. Algunos simplemente no esperan nada del tiempo. Da lo mismo regresar o avanzar, simplemente renuncian a que el tiempo continúe su paso y se marchan con lágrimas y un largo adiós. Si deseáramos en algún momento perder completamente la memoria y plegarnos por ejemplo a la frase "comenzar de nuevo", ¿cuántas cosas no perderíamos?, serían como aquellas cosas que se extravían accidentalmente en una mudanza y luego se extrañan. Perderíamos el calor del primer beso y la sensación de aquel amanecer que fue perfecto. La nostalgia por amores pasados y la inocencia con la que nos entregamos a lo desconocido esa primera vez. Quedarían atrás los amigos que iban a ser eternos, las cartas que nos hicieron llorar, la primera o última vez que vimos a un gran amor, los abrazos mas cálidos, el día que pensamos que se iba a caer el mundo, el dolor más hermoso, la sonrisa mas esperanzadora, el nacimiento del sentimiento más puro. ¿En realidad comenzamos una vida nueva o matamos otra llena de bellos recuerdos?, dejamos una vida y un presente que nos da infinitas oportunidades por soñar con un futuro perfecto que no existe o un pedazo de cielo donde no sabemos que nos espera. 

Es sentir todo lo que nunca creí que pudiera llegar a sentir, y en realidad, no tener ni la más mínima idea de lo que siento. Es querer reír a cada momento, pasar los días contigo aunque no hagamos nada especial. Es parar un momento y darme cuenta de que eres lo más importante y querer darte uno de esos abrazos. Es sonreír por solo una mirada, querer ser tuya y que tú seas solo para mí.

Miras el reloj por enésima vez, son las diez en punto y aún no estas preparada, te empiezas a agobiar y te invade por completo el estrés, semidescalza te subes al coche corriendo, es un día importante y no te puedes permitir el lujo de estar llegando tarde. Durante el trayecto vas dando vueltas en tu cabeza de cada movimiento, de cada gesto, de cada mirada, lo que te pone aún mas nerviosa. Llegas y vas directamente a cambiarte para empezar a calentar, notas el ambiente que ahí ya, no tienes casi conversación con nadie, intentas estar lo más concentrada posible. Comienza por fin el campeonato y escuchas tu categoría, mientras te diriges al tatami correspondiente, te empiezas a quejar de que si estas fría, de que si me toca con aquella que es muy buena, y de si seguro que no me sale bien, pero es llegar allí y nada más entrar al tatami, es como que tú chip cambia por completo, te metes en la situación y te olvidas del resto, es tu momento, solo tuyo, de repente dejas de ser aquella niña pequeña y quejica y te conviertes en una gran mujer con ganas de darlo todo y más. Te sientes incluso mejor que las demás, con tu karateki perfectamente colocado y tu coleta completamente bien hecha, bueno no tan perfecta, ya que los dos pelos de siempre están caídos, pero aún así tienes esa sensación de superioridad que aunque no dura mucho, te da para decir soy la mejor, aunque verdaderamente no lo seas y nadie confía en que lo seas, por eso es, por lo que intentas esforzarte más, no solo para restregarles a todos que tú si puedes ser la más buena del tatami, si no también para demostrártelo a ti misma y tener la sensación de que todo el esfuerzo que has realizado ha valido realmente la pena. Suena el pito y observas el resultado, casi sin poder reaccionar ante tu sorpresa, coge y te invade esa sensación única de ganadora, porque pudiste, porque lo conseguiste, porque ya era hora de que le demostraras al mundo que tú si puedes conseguir lo que te propones, y aunque a muchos les disgustara tu resultado y pensaran que el tercer puesto era para otra, no te importa en absoluto, quizás te duela que piensen eso, pero no le das demasiada importancia porque los resultados hablaron por sí solos, y la felicidad que sientes en ese momento no te la quitara un simple comentario absurdo, por lo que coges y sales corriendo del tatami con una sonrisa de oreja a oreja y te tiras para abrazar a las dos personas más importantes de tu vida, y ahí es cuando descubres que los momentos felices vienen de cosas simples.

Se supone que se trata de eso, ¿no?. De que todo en la vida es rutina, y en esa rutina diaria es en la que cada uno decide su camino. Caminos que significan equivocarse, significan caer y significan el esfuerzo de levantarse. Significan darnos cuenta de nuestros errores, darnos cuenta de que toda acción trae consecuencias. Significan echar de menos cosas que ya no tenemos, querer volver atrás para arreglar asuntos pendientes. Significan arrepentimientos por cosas que hicimos, pero sobre todo por las que no llegamos a hacer. Significan querer cambiar, significan odiar esas cosas negativas que tiene la vida, significan querer irse lejos a veces. Significan que otras personas te decepcionen, significan que tú te decepciones a ti misma. Pero significan algo, y eso es realmente lo que cuenta.

+¿Qué te pasa, qué sientes?

- ¿Qué que me pasa dices? ¿Qué que siento? Pues me pasa que me dejas sin oxígeno, sin hidrógeno y sin toda la puta tabla de elementos periódicos. Siento que no puedo estar un día sin ti, siento que me sale una sonrisa cada vez que doblas esa esquina, que cuando nuestros labios se rozan el reloj detiene su camino, siento que cada vez que discutimos algo dentro de mí piense que no va a ver ninguna solución pero entonces al mirarte algo me dice que eres tú, que eres tú el único con el que quiero pasar lo que me queda de vida.

No todo el que sonríe es feliz, no todo el que ríe se está divirtiendo, no todo el que contempla su reflejo ama su imagen, no todo el que calla esta en calma, no todo el que esta rodeado de gente se siente, acompañado, no todo el que da consejos sabe como salvarse a si mismo, no todo el que espera una señal es optimista, no todo el que camina quiere avanzar, no todo el que mira el frente quiere continuar..

Porque hay pocas cosas que sean para siempre, eso es lo que lo hace especial.

Y cuando creas que es suficiente, esfuérzate aún más...cuando sientas que todo esta perfecto, no descuides los detalles, cuando el amor toca tu alma, no lo dejes ir, juega con él, llámalo, seducelo, coqueteale, pero no lo dejes marchar porque nunca se es demasiado feliz, porque mientras los segundos van haciendo su carrera, y en la lista de nuestra vida vamos acumulando amigos, amores, experiencias, sueños cumplidos, sueños frustrados, ilusiones, metas, errores, aciertos inevitablemente aparece nuestra amiga la soledad, aprende a amarla también puede enseñarte mucho. Aprende a abrazarla cuando sea necesario y a apartarla cuando tu corazón no la necesite porque mientras el tiempo sigue su curso, de repente nos da por mirar hacía atrás y a pesar de todo lo que podamos ver en esa escena, si lo que se asoma en nuestro rostro es una sonrisa...podemos estar seguros de que hemos hecho las cosas bien.

No hay un mundo mas hermoso, que el que duerme en nuestra cama.

Vivo en un mundo donde decir ''te quiero'' es como decir ''buenos días'', en el que los besos no son muestras de amor, son apuestas entre colegas para saber quien ha dado más  y los para siempre tan sólo duran meses. Donde las palabras están llenas de falsedad, y donde la gente puede llegar a tener cien caras y mostrarte la ciento una, donde lo negro no es negro, puede ser gris muy oscuro. Vivo en un mundo donde ''ser guay'' es beber de todo menos agua, y donde meterse cualquier cosa sirve para ser el gracioso del grupo y terminar tirado por los suelos. En este mundo los abrazos ocultan verdades y las miradas esconden los más profundos deseos de rabia. Vivo en un mundo donde nada es lo que parece, vivo en un mundo donde... prefiero quedarme con los sueños.

Hacer locuras sin que nadie entienda.

Y cuando quieres darte cuenta de las cosas, en cualquier parte del planeta, sin importarte el quién, el dónde, el cómo ni el por qué, 

encuentras la felicidad.

                 Siempre tuya, siempre mío,

                 siempre nuestros.